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Mensaje del presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, leído por el Representante Permanente de España ante Naciones Unidas, Embajador Juan Antonio Yáñez-Barnuevo
Desde que, el 10 de diciembre de 1948, una amplia mayoría de naciones se pusiera de acuerdo para reconocer y proteger como universales a los derechos humanos, cualquier violación de estos trasciende el daño inaceptable que pueda producir a personas concretas. Se convierte en un desafío a todos nosotros, en una amenaza a la convivencia.
La violencia ejercida contra cualquier mujer, en cualquier lugar del mundo, representa, en sí misma, un ataque directo a nuestra dignidad inalienable como seres humanos.
Detrás de cada una de esas agresiones, subyace una concepción inadmisible de las relaciones entre los hombres y las mujeres: entre los hombres y las mujeres como personas, entre los hombres y las mujeres como ciudadanos: .Una cultura de la dominación, de la desigualdad enquistada, del privilegio desnudo, que ha pervivido entre nosotros bajo la protección del silencio cómplice, de la pasividad o simplemente de la falta de sensibilidad de los gobiernos.
Hoy, ese silencio, esa pasividad, esa insensibilidad, son injustificables, son inaceptables
Así lo cree la inmensa mayoría de la sociedad española, que a través de su Gobierno y de su Parlamento, y de la acción, encomiable, de las asociaciones en defensa de la dignidad de las mujeres, ha promovido, en estos últimos años, una ley integral para combatir la violencia contra las mujeres, una ley para la igualdad efectiva entre hombres y mujeres y múltiples medidas para facilitar la plena integración de éstas en todos los espacios de la vida laboral, social y política.
Contamos con unos buenos instrumentos legales, pero no basta. Hay que ser muy tenaces y exigentes en su aplicación, y, en particular, hay que dar una batalla contra la violencia de género todos los días del año.
Una batalla que trasciende fronteras, porque si la violencia contra las mujeres es un fenómeno global, requiere soluciones globales, compartidas, que pongan en valor, y extiendan, las experiencias e iniciativas locales más eficaces..
Por este motivo, mi Gobierno ha decidido que la lucha por la igualdad y contra la violencia machista sea uno de los ejes de la Presidencia española de la Unión Europea que se desarrollará a lo largo del primer semestre de 2010.
También, por esta misma razón, nos congratulamos de una propuesta como la que nos plantea la ONU, a través de su Secretario General y de su Asesora Especial en materia de Género y Fomento de la Mujer.
Se trata de una iniciativa que supone un nuevo hito en la lucha contra la violencia que sufren las mujeres, por ir dirigida a la concienciación social, por poner el énfasis en la responsabilidad que nos incumbe a los hombres, y por enmarcarse dentro del gran reto que representan los Objetivos del Milenio.
Porque esta batalla por la igualdad y contra la violencia no puede librarse aisladamente, sino que hay que inscribirla en el desafío global que representan las amenazas a la paz, que representa el hambre, la pobreza extrema y, en general, los grandes desequilibrios mundiales.
A estas lacras, que nos interpelan a todos, siempre se les une la lacra de la discriminación de género. Las mujeres siempre padecen doblemente la desigualdad. Y la violencia contra ellas siempre encuentra un caldo de cultivo idóneo en otras formas de violencia.
Los Objetivos del Milenio se fijan un plazo: 2015. Nos encontramos en la mitad de este periodo, y si bien ha habido algunos avances significativos, la distancia por recorrer continúa siendo grande, continúa provocando nuestra insatisfacción. Y no podemos olvidar que cuando hablamos de violencia contra las mujeres, el tiempo no se mide en días, sino en vidas.
Por eso, combatir esta violencia resulta tan apremiante, tan apremiante para todos, para las mujeres y para los hombres, para los Gobiernos nacionales y para los organismos internacionales.
Naciones Unidas sale hoy al paso de de este apremio. Y lo hace con esta nueva iniciativa. Sólo me queda expresar, en nombre del Gobierno de España, y de mis compatriotas, que nos sentimos muy honrados al poder comprometernos plenamente con ella.
Muchas Gracias.